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Carreras de orientación

Las carreras de orientación eran, en sus orígenes, un ejercicio militar. En 1850 unos militares escandinavos deciden que este ejercicio también puede ser practicado como deporte y en 1897, en Noruega, se celebra la primera carrera de orientación.

En España tardaría casi 100 años más en ser reconocida la Agrupación Española de Clubes de Orientación (AECO), cosa que sucede en 1993 y que supone el afincamiento definitivo de este deporte en nuestro país, si bien las carreras venían realizándose desde 1979.

Las carreras de orientación tienen una salida y una llegada y, entre ambas, una serie de balizas por las que es obligatorio pasar. Para dejar constancia de ello, los corredores deben agujerear una tarjeta cuadriculada con la pinza que está sujeta a cada una de las balizas. Estas suelen ser unos prismas triangulares de color blanco y naranja.

Es el corredor quien decide qué itinerario va a seguir para encontrar la baliza, únicamente ayudado por el mapa y la brújula, cuyo uso deberá conocer a la perfección. Además, estas carreras tienen un tiempo limitado, por lo cual el corredor debe tomar en cuestión de pocos segundos decisiones que pueden llevarle a la próxima baliza o hacerle vagar sin rumbo.

Por Iltsu (Trabajo propio) [CC BY-SA 3.0], undefined

Los mapas que se emplean en las carreras de orientación están a escala 1:10.000 ó 1:15.000, y son mucho más detallados que los empleados habitualmente por los excursionistas, a escala 1:25.000 ó 1:50.000. Recogen gran cantidad de las características del terreno, desde rocas o árboles aislados hasta las diferentes características de la vegetación.

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