Las grandes colecciones naturales eran algo común entre los naturalistas del siglo XIX: mariposas y otros insectos, aves y mamíferos disecados, huevos, herbolarios… Era una época en la cual se creía que los recursos de la naturaleza eran inagotables y las colecciones constituían una fuente de estudio. Además, a todos nos gusta poseer aquello que nos apasiona.
Pero las circunstancias han cambiado. Ya no sólo sabemos que la naturaleza tiene sus límites, sino que además la hemos esquilmado, sobreexplotado sus recursos y desaparecen especies continuamente. Las grandes colecciones naturales están ahora en los museos de historia natural.
Una colección natural en casa
Yo creo que a todos los naturalistas y aficionados a la ecología nos gustaría tener una habitación, un pequeño museo privado con nuestros hallazgos, y colecciones naturales con especímenes de todo tipo. Pero en esta nueva situación, que un naturalista salga al campo y regrese con la mochila cargada de especímenes de animales para matarlos y exponerlos es, como mínimo, moralmente cuestionable.
Eso no significa que tengamos que renunciar a tener una pequeña colección natural, pero sí que debemos hacerlo con sentido común. Hay colecciones que podemos hacer sin dañar ni alterar de forma perceptible la naturaleza.
Colecciones naturales sin dañar la naturaleza
No pasa nada por traerse unas conchas de nuestras excursiones a la playa, o por hacer una colección de rocas, minerales o fósiles. Una colección de hojas de los árboles de tu zona puede quedar muy bien si le colocamos un cristal delante y la enmarcamos. También podemos hacer un herbolario de plantas silvestres respetando escrupulosamente las especies protegidas. Si se nos muere algún espécimen animal de los que tenemos en casa, existen métodos para conservarlos que veremos en próximos artículos.
La estampa del jovenzuelo con su cazamariposas es muy típica, y las colecciones de mariposas son muy apreciadas por muchos naturalistas. No obstante, las poblaciones de algunas especies se encuentran en franca regresión, y pueden estar protegidas por la ley. No va a pasar nada por hacer una pequeña colección con las especies más abundantes y no protegidas. Pero, personalmente, aunque me gustaría poseer una, no me gusta matar animalitos sólo para exponerlos.
Existe una alternativa para nuestra colección de mariposas sin matarlas. Podemos fotografiarlas y, con ayuda de un programa de retoque fotográfico, recortar los ejemplares y colocarlos sobre un fondo blanco, como si fuera una colección real. Luego las imprimiremos y enmarcaremos. Si lo hacemos bien, a un metro ya no se distinguirá si es una colección real o una fotografía. Trataremos individualmente cada colección en próximos artículos.